Madame Bovary

Novela por Arthur Schurig, Gustave Flaubert, Heribert Walter

Resumen

La opinión de Baudelaire sobre Madame Bovary es, sin duda, la que sigue manteniéndose hoy. Para él, como para nosotros ahora, Madame Bovary es una obra de arte. El artículo, que publica en la revista L’Artiste en aquel año de 1857, es un modelo de inteligencia crítica: «Una novela, ¡y qué novela! La más imparcia l, la más leal». Él es el primero, y durante bastante tiempo el único, en afirmar que la dimensión moral del texto es secundaria, que la obra de arte debe justificarse por sí misma, lejos de cualquier otra consideración. En el Prólogo, al hablar de la heroína, reconoce que tiene «todas las gracias del héroe», «sublime en su especie, en su pequeño mundo, frente a su pequeño horizonte». Se pregunta qué es lo que la absuelve. Y la respuesta: «Emma Bovary persigue un ideal». En la La Orgía Perpetua de Mario Vargas Llosa, porque en esta obra crítica sobre Flaubert y Madame Bovary el lector podrá encontrar todo lo necesario para conocer y apreciar mejor la novela. Podríamos hablar de su actualidad, incluso en el tema, de su modernidad, porque esta búsqueda del ideal, su inconformismo de la vida cotidiana, «esa desazón inaprensible» (Primera Parte, capítulo VII) de Emma no es ajena a nuestra vida actual, con su estrés, sus adicciones, su consumismo o su gasto excesivo de fármacos o de psiquiatras. La civilización occidental creó los libros de caballerías y la novela romántica. ¿Durante cuántos siglos la influencia de los libros de caballerías siguió viva en el alma de tantos Quijotes? Cabría preguntarse ahora: ¿durante cuántos siglos va a permanecer viva la influencia de las novelas románticas en el alma de tantas Emma Bovary? Pero es además, y quizás antes que nada, la belleza del texto la que nos sigue conmoviendo.

Primera publicación

1856

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leon.kaz

Leon.kaz

Sprachlich höchst lesenswert erzählt Flaubert die Geschichte von madame Bovary, die, gefangen in der Welt von kitschigen Romanen, sich ein anderes, aufregendes Leben erträumt. Für die Erhaltung ihrer Traumwelt begibt sie sich in einem Strudel aus Affären und immer weiter steigenden Schulden. Letztenendes weiß sie sich nicht mehr anders zu helfen, als sich zu vergiften. Flaubert beschreibt ihren äußerst qualvollen Tod über eine ganze Seite lang. Mitgefühl kommt dabei nicht auf. Sie hinterlässt die Schulden ihrem gütmütigem aber einfältigem Ehemann, den sie damit nur weiter ins Unglück stößt. Überhaupt gibt es im ganzen Roman keine einzige sympathische Figur. Es scheint fast, als würde Flaubert seine Charaktere und insbesondere Emma Bovary verachten. Im sich aufdrängenden Vergleich zu Anna Karenina fällt auf, dass Tolstoi Mitgefühl mit seiner Heroin entwickelt. Man erhält keine simplifizierende Erklärung für das Handeln von Anna Karenina, sondern einen Einblick in ihre Gefühlswelt. Davon ist man bei Emma Bovary weit entfernt. Sie scheint eine naive Frau zu sein, die der Phantasie-Welt von Romanen soweit glauben schenkt, dass sie dabei die Konsequenzen ihres Handelns vergisst. Und während Anna Kareninas Tod, als sie sich vor den Zug wirft, als tragisch in die Weltliteratur eingegangen ist, fühlt man geradezu die Schadenfreude, wenn Flaubert die Vergiftung seiner Heroin zelebriert. Sprachlich ist Madame Bovary äußerst lesenswert, doch viel mehr Erkenntnis als das man vorsichtig mit seinen Träumen sein sollte, bleibt nicht zurück.

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